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jueves, 18 de febrero de 2010

El uso del blog

Aunque la palabra blog se haya adoptado dentro de la lengua castellana, no deja de ser un cuaderno de bitácora. Quizás el término hila un poco más fino, y se refiere a un cuaderno de bitácora en la red.

En la enseñanza y en el aprnedizaje, su aplicación es nula, bueno, casi nula. Al menos, hasta mi llegada a esta asignatura que ya he terminado, nunca había imaginado que un docente tuviera la idea de utilizar un blog grupal que se alimentara de las aportaciones y el trabajo reflejado por el resto de alumnos en sus blogs personales. En cambio si había visto que algún curso o alguna asignatura si usara un blog para colgar apuntes, prácticas o notas de interés para todos, pero esto ha ido un paso más allá de lo que conocía.

En cuanto a mi opinión sobre el uso del blog pues puedo decir que me ha parecido cuanto menos interesante. Yo ya utilizó el blog hace bastante tiempo, pero desde luego, mi objetivo nunca fue aplicarlo a la enseñanza ni al aprendizaje. Al menos de manera directa no lo fue. Aunque, tras cursar esta asignatura debo decir que me parece una herramienta muy útil, pues permite llevar las tareas al dia y, si faltas a clase, ponerte al dia con celeridad.

Conviene destacar que el blog es, también, y fundamentalmente, un espacio de expresión y reflexión (ésto depende más de cada cual) personal. Aunque más frio y aséptico, permite expresarse con más comodidad a aquellas personas que en clase les cuesta más por el ya tan manido miedo escénico. Así todos los integrantes de la clase pueden enterarse de lo que quieren decir y de lo que opinan los demás y permite a uno mismo compartir aquella reflexión que desee con el resto de la clase.

En definitiva, el uso del blog sólo puedo calificarlo como útil, interesante y novedoso. A parte de su contribución a un aprendizaje común también permite que todos estemos en contacto con las TIC's que tan interesantes resultan, y que, en este momento, son el mejor vehículo para la difusión de la información y del conocimiento. De esta manera todos hemos podido aprender los unos de los otros.

martes, 17 de noviembre de 2009

La vuelta al Cole

Salvando la diferencia de edad y el tiempo transcurrido, en cierta medida, me siento como cuando iba al colegio. Quizás suene a chiste, pero resulta que, fundamentalmente por decisión de mis padres, fui a un colegio bastante inusual para el ocaso de los años 80 y principios de los años 90. Un colegio en el que no había libros de texto, en el que no existían tarimas y por encima de todo fomentaba el autodesarrollo del alumno, tanto como individualmente como de forma grupal. Un colegio en el que el alumno era el protagonista de su aprendizaje, pues era, al fin y al cabo quien tenía que sacar adelante su trabajo procurándose él mismo (con la ayuda que todo niño/a necesita) los materiales, las ideas y la forma llevar a cabo su aprendizaje. Un colegio en el que no educan a los niños conforme a lo que la sociedad espera de ellos, sino conforme a las necesidades que ellos tengan. Y todo ello, fruto de una comunidad educativa en la que padres, alumnado, profesorado y personal no docente trabajaban conjuntamente. De una forma similar a las "Waldrofschule" alemanas.

Hasta ahora, lejos de arrepentirme de una época maravillosa de mi vida, siempre había tenido (y aún las tengo en cierta medida y en ciertos momentos) bastantes reticencias al tipo de educación que recibí en mi infancia. Y estas reticencias no se debían ni a que no disfrutara de aquella época, ni a ningún tipo de trauma, simplemente en el instituto y en la universidad sentía que no era capaz de sacar adelante las asignaturas con toda la solvencia a la que acostumbraba en el colegio. Esto se debía a que nunca me enseñaron a estudiarme un libro (o varios) cual catecismo. A mi me habían enseñado a obtener la información, procesarla, asimilarla y plasmarla en trabajos. En los años que llevo en la universidad, sin que sirva para menospreciar a nadie, siempre he visto que muchas de aquellas personas que han estudiado en colegios religiosos o con una ferrea disciplina han sacado con gran solvencia las asignaturas en las que se lo jugaban todo a un examen que consistía en haberse aprendido previamente un temario que posteriormente terminaban por olvidar.

En la universidad este tipo de educación no es muy normal. Quizás porque implica una mayor carga de trabajo diaria para el alumno y para el profesor que se traduce en que una asignatura quita más tiempo a ambos, o que no es el tipo de educación que se estila en España, o ambas cosas. No creo que sea sólo cosa de "Bolonia", pero la innovación educativa empieza a entrar en la universidad. Unos profesores la llevan mejor y otros peor, pero en general, creo que ya van siendo más los profesores que exigen una asistencia regular que se traduzca en un trabajo periódico.

La asignatura de Sistema Económico Mundial me está suponiendo una placentera "vuelta al cole", o al menos a la misma metodología, aunque sólo sea por medio curso. Una metodología en la que me siento infinitamente más cómodo que en esas clases magistrales en las que una persona supestamente más docta que yo recita una serie de tesis que parece que debo aprenderme como si de una oración se tratase (esto me cuesta horrores, y en parte envidio mucho a aquellos que no les cuesta lo más mínimo pues la mayoría de las asignaturas en la universidad son así y en el instituo fueron así). La asignatura se desarrolla en un ambiente en el que el aprendizaje es recíproco entre quienes se suponen no saben a penas del tema y quien es una persona docta (será que ni unos son tan ignorantes ni uno es tan infinitamente sabio). Volver a trabajar de aquella forma, soltándome en la biblioteca, buscando a mi antojo, utilizando mi propio criterio y no un criterio marcado, y construyendo yo junto al resto de compañeros y profesor la clase, me resulta especialmente agradable.

Particularmente creo que este método es infinitamente mejor que el tradicional. Mi opinión no es que sea la más objetiva, pero he tenido a lo largo de mi vida académica la oportunidad de disfrutar aprendiendo y la de padecer el tedio que para mi supone aprender "de memorieta". La innovación educativa, a parte de hacer del alumno el auténtico protagonista de su propio aprendizaje, ayuda a que éste desarrolle su potencial creativo, algo que no se consigue estudiando las cosas "a capón". Y esto último no creo que sea baladí, pues paises en los que su educación es innovadora, están entre las economías más competitivas del mundo.