Capítulo VIII Sweezy
En este capítulo el autor nos habla de las crisis, del cómo y el porqué nacen tomando como referencia (al igual que en el resto de su obra) el análisis que hicieron de este fenómeno tanto Marx como los autores marxistas posteriores.
Marx habla de las crisis en el manifiesto como de algo que se repite periódicamente y que ponen a prueba la vida de toda la sociedad burguesa de manera cada vez más amenazadora. En el Capital y la Historia crítica de la teoría de la plusvalía también se citan las crisis. Sin embargo sus menciones a este fenómeno que recurrentemente aparece en sus escritos son sencillas, es decir que no realiza ningún examen completo o sistemático de la materia, debido seguramente a su complejidad.
La crisis económica solo puede ser explicada por el movimiento real de la producción, la competencia y el crédito, es decir el mercado y el mecanismo financiero (tipos más complicados que los que aparecen en “el Capital” que son demasiado abstractos). Seguramente si Marx hubiera vivido más tiempo los habría estudiado pero dado que no ha sido así Sweezy dice que está obligado a referirse a autores posteriores para dar una visión marxista que explique el fenómeno.
Frente a sociedades de trueque, el sistema capitalista se basa en las transacciones mercancía-dinero-mercancía (M-D-M). Aquí el dinero es un medio de circulación aceptado y estable cuya función y propósito es dividir el acto del cambio en 2 partes que puedan estar separadas en tiempo y espacio. El dinero permitió que el productor no estuviera obligado a buscar a alguien que tuviera lo que el necesitara y que necesitara lo que él tuviera. Así mismo la moneda permite vender el producto cuando se termina y comprar cuando hace falta lo que además de ahorrar tiempo posibilita la especialización (base de la productividad incrementada).
En un sistema de economía simple la posibilidad de una crisis es inconcebible de la manera en que se produce en un sistema capitalista. Si A vende pero no compra a B, este al no vender no puede comprar a C y luego lo mismo con D etc. Una interrupción en el proceso de circulación puede afectar a toda la economía. Así aparece la crisis: coincidencia de existencias de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas. En este caso la causa sería el saber porqué A vendió y no pudo comprar aunque ello no es fácil.
Uno de los más grandes errores cometido por los economistas clásicos fue el no distinguir la economía simple de mercancías de la economía capitalista. Según la Ley de Say a una venta le sigue invariablemente una compra por igual cantidad. No puede por ello interrumpirse la circulación M-D-M con lo que no habría ni crisis ni sobreproducción. Esta ley fue seguida por los economistas clásicos lo que devaluó totalmente sus contribuciones a la materia.
En la Historia crítica de la teoría de la plusvalía Marx dedica un apartado entero a criticar dicha ley. Según Ricardo uno está obligado a comprar porqué ha vendido y el dinero no es más que el medio por el cual se ha efectuado el cambio. Para Marx esto no es así ya que el dinero es un medio por el cual se efectúa el cambio dividiendo en 2 transacciones separadas y distintas la venta y la compra. Si uno vende y deja de comprar el resultado es la crisis y la sobreproducción. Por ello la misma forma simple M-D-M contiene la posibilidad de la crisis al dividir y separar operaciones complementarias.
En el sistema capitalista sin embargo la formula M-D-M se convierte en D-M-D´. En el anterior sistema simple el valor de cambio entre las dos “M” es idéntico aunque el valor de uso de la segunda M es mayor en tanto que no tiene valor para su productor, el deseo de la segunda M le da más valor. Así el propósito del cambio es la adquisición del valor de uso y no el aumento del valor de cambio por ello se habla de producción para el consumo y la crisis es improbable.
D-M-D´ funciona de manera distinta. El capitalista inicia su carrera con dinero (D), lanza este a la circulación a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción (C), tras el proceso de producción reaparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero (D´). Las dos “D” representan el valor de cambio, no el valor de uso. Este proceso solo tendría sentido si hay una diferencia cuantitativa entre D y D´ es decir: D´- D= ∆D
La expansión del valor es la base de la circulación D-M-D´, la apropiación de más y más riqueza en abstracto es el único móvil de operaciones para el capitalista. A diferencia de lo que podría ser un “avaro” en la economía simple, el capitalismo no conserva sino que mete en circulación el dinero constantemente. Por ello se dice que el capitalismo es producción para obtener ganancia, lo que hace del sistema más susceptible a las crisis.
Sin embargo M-D-M no desaparece en todo el sistema, el obrero por ejemplo comienza con una mercancía: su fuerza de trabajo, la convierte en dinero y con ello adquiere mercancías. Por ello D-M-D´ es extraño al obrero pues actúa por necesidad y no por enriquecimiento. La diferencia de comportamiento entre el capitalista y el obrero no se explica por la naturaleza humana sino por la diferencia entre D-M-D´ y M-D-M.
Analicemos ahora la relación entre D-M-D´ y el problema de las crisis. Lo que el capitalista busca es que ∆D sea lo mayor posible. No juzga este por su volumen sino por su aumento respecto a lo que dispone en origen (es decir ∆D/D) esto es la tasa de ganancia.
Como en la economía simple cualquier interrupción en el proceso de circulación, cualquier retención del poder de compra dentro del mercado puede iniciar contradicciones y dar origen a la sobreproducción lo que refleja un descenso en la misma. La diferencia es que ahora es fácil de ver lo que puede iniciar la contradicción, si le ocurre algo a ∆D el capitalista reconsiderará la conveniencia de lanzar D a la circulación. Podemos afirmar que ∆D es el talón de Aquiles del capitalismo (y del que carece la economía simple). Si ∆D desaparece o se vuelve negativo el incentivo a la producción deja de existir. Los capitalistas retirarán su capital, reducirán la circulación y comenzará una crisis seguida de sobreproducción.
Suponiendo que la tasa de ganancia fuera siempre positiva habría también posibilidades de que los capitalistas reduzcan sus operaciones lo suficiente como para crear una crisis puesto que según Marx, en el capitalismo no se trata solo de reemplazar la misma masa de objetos del que se compone el capital en la misma escala o en una ampliada sino de reemplazar el valor del capital adelantado con la tasa usual de ganancia. Tan pronto descienda la tasa de ganancia por debajo del nivel ordinario se reducirán las operaciones de los capitalistas.
A la larga el capitalista debe reinvertir su capital si quiere seguir acumulando. Esto no significa que lo deba hacer inmediatamente ni en la misma línea de producción. Si ∆D baja, los capitalistas retirarán su capital de esa industria para invertirlo en otra más rentable, pero si baja en todas, no podrán beneficiarse reubicándose, por ello, esperan a que las condiciones sean más favorables otra vez. Este parón interrumpe el proceso de circulación y provoca la crisis y la sobreproducción. Esto es en realidad el proceso por el que la tasa de ganancia se restituye completa o parcialmente a su nivel previo.
Por ello no es verdad que deba desaparecer la tasa de ganancia o volverse negativa para producir una crisis. Lo único que se requiere es un descenso de la tasa de ganancia más allá de lo ordinario suficiente como para que los capitalistas retengan su capital en forma de dinero esperando la vuelta de condiciones más favorables. Esto rompe la continuidad del proceso de circulación y precipita la crisis.
No se debe en ningún caso pensar que el capitalista en crisis en vez de aumentar su tasa de ganancia aumenta su consumo personal pues esto cambiaría el carácter de la demanda de mercancías pero no induciría a crisis alguna ya que no se interrumpiría el proceso de acumulación. No debemos pensar en ningún momento que el capitalista pierde su interés en la acumulación y se vuelve de repente un ciudadano moral (ello lo previene Marx).
La teoría moderna sugiere que la clase capitalista se divide en dos secciones: la de los empresarios que organizan y dirigen los procesos de producción y la de los poseedores de capital en dinero que a través de sus préstamos suministran los fondos que los empresarios necesitan para sus operaciones.
En este caso el empresario pensará que vale la pena invertir capital mientras que la tasa de ganancia sea mayor que el interés que está obligado a pagar. Tan pronto la tasa de ganancia esté debajo del interés, el empresario no invertirá, la circulación se interrumpirá y vendrá la crisis.
Realmente cuando el tipo de interés es bajo, los capitalistas prefieren no prestar su capital, la creencia es que estos tipos no durarán mucho y que es más rentable esperar a que estos vuelvan a crecer. Aunque si esto se prolonga mucho, los capitalistas se resignarán al tipo bajo.
La negativa a prestar a un tipo de interés bajo es la misma que la de invertir cuando la tasa de ganancia es inferior. Es decir que la clase capitalista restringe sus actividades de inversión cuando el beneficio sobre el capital cae por debajo de cierto nivel.
El proceso de acumulación del capital lleva consigo una tendencia a descender la tasa de la ganancia, si esta no se elimina el resultado puede ser la crisis. También puede pasar que los capitalistas no puedan vender las mercancías en sus valores, si se produce demasiado, el precio cae por debajo del valor y la ganancia se reduce o desaparece. Si esto ocurre en varias industrias el resultado es la crisis.
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